Hoy me he levantado corriendo; me he medio duchado; vestido de forma que no combina demasiado pero que “ya va bien”, peleado con las niñas mil veces por todo: el desayuno, vestirse, ponerse el abrigo, el gorro, coger la cartera….. y por fin, he salido corriendo calle abajo, como siempre.
Corriendo calle abajo no me he fijado si hacia sol o estaba nublado, hasta que mi hija de dos años me ha hecho ver que estaba la luna aunque era de día; luego me ha gritado cada que nos hemos cruzado con un perro, nos hemos parado a acariciar un par de ellos y todos hemos sonreído; hemos subido a todos los bordillos de la acera y recogido algunas “porquerías” del suelo….hoy al final, a pesar del estrés y la angustia ha sido una mañana bonita gracias a la cantidad de cosas que me ha ido enseñando por camino.
Ver con ojos de niño no es tan difícil, basta con detener los pensamientos y mirar. Dejar de mirar fijamente el semáforo mientras está en rojo y fijarse en lo qué ellos están mirando, el semáforo va a tardar lo mismo y a lo mejor vemos algo divertido que nos relaje.
Todos tenemos prisa, tenemos un horario que cumplir, infinitas tareas que nos esperan y el ritmo de los niños no nos ayuda.
Intentémoslo, sólo intentémoslo un poco cada día, cuatro bordillos de los que saltar en vez de veinte; dos cosas pegajosas en vez de todas; detenernos a acariciar a los perros más simpáticos y gritar de alegría cuando vemos la luna durante el día aflojando un poco el paso…. No nos llevará mucho más y podremos ser un poco niños.
Por:María Aparicio